Dentro de nuestro Blog, y para que pueda ser más interactivo, vamos a incluir una sección en la que iremos comentando conceptos nuevos que van surgiendo relacionados con el mundo del vino, y en donde trataremos de estar siempre al día, para ir adaptándonos a las nuevas oportunidades que se van creando.
Con la situación que estamos o hemos vivido de confinamiento, las catas virtuales se han puesto de moda y por ello, desde nuestra web os invitamos a que disfrutéis catando alguno de uno de nuestros vinos de la Viña del Abuelo de la mano de nuestro enólogo, en los videos que hemos subido en el apartado de catas Virtuales.
Para ello, os vamos a dar unas pinceladas de qué se necesita para poder disfrutar haciendo una cata desde casa de forma online.
Los amantes del vino, podemos seguir disfrutando con este tipo de catas ya que, aunque no se pueda realizar de forma física, se puede compartir un espacio con un grupo de gente con aficiones comunes.
¿Qué necesitamos para poder realizar una cata en casa?
Como para todo, siempre es mejor propiciar el ambiente y el lugar donde hacemos dicha cata. En primer un lugar, escogeremos un espacio con mucha luz y cómodo, así conseguiremos un espacio relajado, premisa necesaria para poder realizar la actividad en las mejores condiciones.
Sobre la mesa pondremos un mantel o una servilleta blanca, que nos servirá de fondo cuando realicemos el primer paso, la observación del vino a través de nuestra vista.
Y, por último, pero no menos importante, necesitamos una copa de cristal que sea adecuada para tomar vino.
O sea:
Espacio tranquilo e iluminado
Un fondo blanco sobre la mesa
Copa de pie largo, más estrecha en el borde o boca, que en su parte central
Finalmente, no comer mientras se cata (en todo caso un palito de pan) y, por supuesto, abrir al máximo nuestros sentidos para poder descubrir lo que el vino ofrece
Una vez que ya contamos con las mejores condiciones para realizar la cata, comienza la degustación.
Pasos para la cata de vinos
Debemos tener en cuenta tres fases sensitivas que influyen en la cata: visual, olfativa y gustativa.
El primer sentido: La Vista
Lógicamente, el primer contacto con cualquier vino es visual.
En ese momento vemos la botella, su forma, su color y seguramente nos fijemos en su etiqueta para conocer el nombre del vino. Una vez estos detalles ya han sido percibidos por nuestra mente comienza la verdadera experiencia sensorial.
Se descorcha el vino, y, en este mismo momento se sirve el vino en las copas.
Cogemos la copa, por la base, para evitar que el vino se caliente.
Lo inclinamos 45º y comenzamos a observar el color del vino, este revela datos sobre la edad de este. Supongamos que es un vino tinto, cuanto más color cereza y brillante sea más joven será, por el contrario, si presenta tonos granates o anaranjados estaremos ante un vino crianza o más envejecido.
Una vez hemos observado el color, a través de la vista también podremos medir la densidad del mismo. Para ello debemos mover de forma ligera la copa para que el vino se extienda entre las paredes de esta. En ese momento veremos como el vino cae, a menor velocidad de caída mayor densidad lo que quiere decir que mayor graduación alcohólica, si por el contrario las lágrimas de vino se deslizan rápidamente, tendrá menor densidad y por lo tanto menor graduación alcohólica.
Segundo sentido a prueba: El Olfato
Una vez que el sentido de la vista lo hemos exprimido al máximo entra en juego el olfato. Para poner a prueba este sentido tendremos que agudizarlo al máximo. Cualquier buen vino desprende un mejor olor que desemboca en tres tipos de aromas: primarios, secundarios y terciarios. Para obtener cada uno de estos aromas el procedimiento debe ser el siguiente:
Dejamos la copa quieta, metemos la nariz y olemos, en este momento es cuando descubriremos los aromas primarios, estos aromas son aquellos innatos de la propia uva, los que ya habitaban en él: frutales, florales…
A continuación, movemos la copa para que el vino se mezcle con el oxígeno del exterior, volvemos a meter la nariz y olemos, en este mismo momento aparecen los aromas secundarios. Estos aromas, a diferencia de los anteriores no vivían en el vino si no que aparecen cuando se produce la fermentación alcohólica. Estos aromas suelen estar más presentes en vinos jóvenes, por ello si estas catando un crianza no te preocupes si no eres capaz de distinguir un posible aroma a láctico o a ácidos grasos, es totalmente normal.
Por último, la agitación deberá aumentar para dar paso a los aromas terciarios o bouquet. Estos aromas suelen desarrollarse en la etapa de envejecimiento, por ello, a diferencia del anterior si el vino es un crianza serán estos aromas los que destaquen principalmente. Los aromas que desprenden podrían ser de carácter: animal, vegetal, torrefacto como el café o frutos secos como nuez o pistacho.
A la última va la vencida: El Gusto
Si tu cata va viento en popa y los pasos anteriores los has podido disfrutar y desarrollar con normalidad, llega el momento más esperado, así es, saborear el vino.
Como ya sabréis son cuatro los sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo y debemos despertar nuestras papilas gustativas para que se estén muy atentas:
Comenzamos con un pequeño sorbo del vino y lo mantenemos en nuestra boca pasándolo de un lado a otro con la lengua. Las primeras veces es muy complicado saber distinguir el sabor más destacado, no te preocupes si en tus primeros intentos no lo aprecias, todo es cuestión de práctica. Además, existen vinos, denominados “redondos” por qué consiguen un equilibrio especial entre los cuatro sabores principales, estos dificultan la diferenciación.
Continuamos con el vino en nuestra boca, o si quieres puedes tragarlo o escupirlo y volver a dar otro trago para en este caso perseguir su textura. Hay dos aspectos muy diferenciados, sobre todo para principiantes, de un vino se puede percibir suavidad como sinónimo de positividad o por el contrario puede ser un vino rugoso o estridente lo que nos transmitirá un aspecto muy negativo. Estas dos sensaciones son fáciles de identificar y te contarán algo más sobre la historia del vino.
Llega el momento de tragar el vino y comprobar el aspecto retro nasal muy conocido por los amantes del vino. Una vez hemos tragado el vino debemos expulsar el aire por la nariz, en este momento debemos estar muy alerta y prestando especial atención para comprobar si el aroma o las sensaciones se mantienen durante un tiempo, si es así estaremos ante un vino de larga retronasal, si por el contrario desaparecen rápidamente este vino será de corta retronasal.
De este aspecto se podría destacar su intensidad, los hay vinos de alta, media o baja intensidad, estos últimos suelen ser más dinámicos y agradables, pero como todo para gustos colores. Por último, debéis tener en cuenta que el vino en la boca se calienta, por ello cuanto más tiempo permanezca mayor facilidad para apreciar sus aromas, os lo aconsejamos sobre todo si sois novatos en el arte de las catas.
Por último, nos quedará comprobar el final del vino, que no dejan de ser las características del vino que quedan empapadas en nuestra boca. El final del vino se mide, entre otros aspectos, por su persistencia, en este momento encontramos vinos cortos, medianos o largos y esta diferencia se mide en los segundos que dura. Un vino corto podría permanecer dos segundos mientras que un largo estaría en torno a los nueve segundos. De nuevo aquí también es importante el tiempo que el vino haya permanecido en tu boca.
¿A qué esperas para comenzar tu cata virtual desde casa?